Deja reposar tus emociones antes de convertirlas en palabras que al salir de tu boca, lastimen.
Las palabras hirientes son balas invisibles que dejan agujeros profundos.
Hacen eco en la memoria durante una vida entera.
Son un mantra maldito que desacelera el pulso y encoge el alma.
Párate a repensar, reformula o cancela la intención de aleccionar o erigirte como autoridad desde palabras en grito.
Cuestiona tu verdad, desecha las etiquetas y deja de suponer y creer adivinar lo que sucederá,.
Da siempre la oportunidad de que el otr@ sea y se comporte diferente a aquella vez, tod@s aprendemos.
Engulle y traga tú el veneno de las palabras premeditadas, dichas a sabiendas del dolor que producen, pues es a ti a quien pertenecen.
No regales consejos no solicitados ni sentencies, cancela los te lo dije antes de que puedan escucharse.
Usa tus palabras como el don mágico que son, capaces de iluminar en la oscuridad, de ser bálsamo cuando la vida nos tiembla, de crear realidades.
Permite que tu corazón y tu cabeza se alíen, que hagan pactos y como un tándem perfecto se transformen en tu voz.
Cuida tu silencios, son palabras afiladas, frases implacables con aroma a indiferencia que pueden grabarse también adentro , úsalos bien.
Que tus palabras revoloteen en el aire como mariposas y hagan cosquillas al posarse en los oídos.
Haz que sean semillas y donde se planten hagan crecer.
Permite que construyan, alimenten y alienten, que sean puente y conecten, que sean Vida.
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